Actualmente en nuestra sociedad, cuyo ritmo de vida es cada vez más acelerado, las fuentes de estrés se multiplican: las responsabilidades profesionales y personales, las preocupaciones familiares y financieras, la contaminación, el tráfico, el ruido, etc. Si se añade a eso una alimentación inadecuada y la falta de ejercicio, se entiende fácilmente por qué tanta gente desarrolla síntomas de estrés crónico o bien se agota, padece un sinfín de dolores y enfermedades y cae en depresión.

Aunque es imposible disminuir el ritmo del mundo que nos rodea, podemos disminuir los efectos del estrés manteniendo regulada nuestra biología interna y así aumentar nuestra capacidad de adaptación. Al equilibrar nuestro sistema nervioso, la Quiropráctica dota al organismo de la capacidad de resistencia frente al estrés.

Nuestra respuesta biológica ante el estrés está controlada por nuestro sistema nervioso autónomo, el cual se compone de dos ramas denominadas “simpática” y “parasimpática”. La primera desempeña un papel de “acelerador” del organismo, mientras que la segunda actúa como “freno”.

Para una adaptación eficaz al estrés, es imprescindible que estas dos ramas del sistema nervioso (el acelerador y el freno) funcionen de manera óptima con el fin de que se equilibren perfectamente. Sin embargo, si una subluxación (una desviación vertebral) crea una interferencia en el sistema nervioso, la actividad de una de estas ramas puede verse perturbada. Por lo tanto, si el “freno” funciona mal, el organismo permanece en estado de alarma constante y se habla entonces de estrés crónico, con las graves consecuencias sobre la salud que ello implica. Y si es el “acelerador” el que funciona mal, el organismo pierde su capacidad de reacción, lo cual puede favorecer síntomas de depresión o el síndrome de fatiga crónica (fibromialgia).

Se considera que un 80% de la totalidad de los gastos de salud pública se destina a desórdenes vinculados con el estrés, ya que el estrés crónico afecta a todos los sistemas del organismo, produciendo tensión muscular, hipertensión sanguínea, dolores de cabeza, úlceras, diarrea, vómitos, estreñimiento, etc. Un estrés prolongado puede acentuar trastornos como la artrosis, el dolor y la diabetes, así como empeorar el asma, la bronquitis y otros problemas respiratorios. El estrés crónico debilita también el sistema inmunitario, favoreciendo los resfriados, la gripe y otras infecciones. Además el estrés es un factor de riesgo para las enfermedades cardiovasculares y juega un papel primordial en el proceso de envejecimiento así como en la génesis del cáncer.

Los medicamentos utilizados actualmente para el estrés solo se limitan a enmascarar los síntomas, modificando la percepción de la realidad y encubriendo el problema sólo durante la duración del tratamiento, sin resolverlo a largo plazo.         

  La Quiropráxia en cambio no recurre ni a fármacos ni a cirugías, si no que, refuerza la resistencia del organismo frente al estrés. Al eliminar las interferencias nerviosas a lo largo de la columna, la Quiropráctica restablece el equilibrio entre el “acelerador” y el “freno”, dotando al organismo de una mejor capacidad de adaptación a su medio ambiente.

Por lo tanto, para protegerse de los efectos negativos del estrés, basta con el control del estado de su columna y de su sistema nervioso mensual.